¿Queréis oír una historia? (o la sorprendente historia de Sami, el sastre de Jerusalem)

¿Queréis oír una historia? (o la sorprendente historia de Sami, el sastre de Jerusalem)

El sol se está poniendo tras las verdes colinas de olivos que rodean Jerusalem, estamos caminando en cuesta, por una estrecha calle desierta de la ciudad antigua, con el frío que nos pincha las mejillas. Indiferentes, pasamos delante de una pequeña tienda con bufandas muy coloridas en el escaparate, la única en toda la calle, mientras hablamos de dónde iremos a cenar esa noche. Pasados unos metros de la tienda, un señor anciano nos llama y nos pregunta la nacionalidad, le decimos que somos italianos, pensamos enseguida en el típico abordaje de tantos vendedores de la ciudad antigua. La segunda pregunta, sin embargo, nos intriga y sorprende: “¿Queréis oír una historia?”

Bajadas las defensas, nos entregamos a las ganas de saber lo que nos tiene que contar aquel señor tan elegante y retrocedemos. Sami se presenta y nos invita a entrar en su tienda. Una modesta pero fascinante sastrería convertida ahora en tienda de bufandas, chales de cachemir y túnicas religiosas, aun decorada con los muebles originales de cuando abrió en 1959. Mientras nos sentamos, Sami, nacido en 1935, nos cuenta cómo consiguió abrir aquel negocio.

Cuando era adolescente, en la Jerusalem de los años ’50, Sami era un ayudante de tienda que estaba aprendiendo a coser trajes para el dueño de la sastrería pero el sueldo era mísero y a él, ambicioso, no le bastaba ese papel secundario. Decidió por tanto partir hacia Bagdad, que en ese momento era una próspera ciudad que ofrecía grandes oportunidades gobernada por el rey Faisal II. Sami permaneció en Iraq 2 o 3 años aprendiendo el oficio de sastre pero con un sueldo mucho más alto de lo que habría ganado en Jerusalem. A la caída del rey, muerto el 14 julio 1948 durante la revolución republicana iraquí, decide volver a su tierra y con el dinero ahorrado compra la tienda en la que nos encontramos. Hay mucha competencia y para conseguir más credibilidad empieza a decir a todos que ha estado aprendiendo el oficio de sastre en Italia. Esta inocente mentira va reforzada con hechos y para ello compra un libro: “Pruebas, defectos y correcciones”, serie técnica n.4 de la Enciclopedia del Traje escrito por Antonio Sandre y publicado en Turín en 1958. El libro contiene consejos útiles para hacer trajes a medida masculinos y femeninos, realizando modelos adaptados a todos los físicos: hombros estrechos, brazos largos, piernas torcidas.. Nos enseña el libro y entre risas a causa del lenguaje arcaico, lo hojeamos con él mientras nos cuenta los otros expedientes adoptados para convencer a clientes y conocidos que verdaderamente había estado en Italia en esos años. Por supuesto, había mucha curiosidad acerca de la comida italiana, y él, para aprender cómo era la comida italiana, cenaba frecuentemente en un conocido restaurante italiano gestionado por un tal Gino Neri. Gino, después de haberse casado con una mujer palestina, se había quedado en Jerusalem y había abierto un restaurante italiano, como sucede a menudo a nuestros compatriotas a lo largo del mundo. Sami, para estar seguro de que no hubiese ninguna duda sobre el hecho que había estado en Italia, decidió también profundizar sus conocimientos sobre cultura popular italiana, viendo películas de Sofía Loren y aprendiendo a cantar “Guarda che luna” de Fred Buscaglione. Poco importaba que de verdad hubiese estado allí, era realmente bueno, sus negocios despegan y se convierte en uno de los sastres más famosos de Jerusalem, no sólo gracias a la fama de sastre que ha aprendido en Italia sino también gracias a algunos simples pero eficaces trucos de marketing como por ejemplo pasear por la ciudad siempre vistiendo trajes creados por él o regalar una corbata o un pañuelo por cada compra.

La frase que más nos sorprende es cuando afirma que tiene 5 nacionalidades:

  1. Turca, porque sus bisabuelos, sirios cristianos residentes en Turquía, al estallido de la persecución contra los cristianos en 1916 se refugiaron en Jerusalem.
  2. Inglesa, porque nació en Jerusalem bajo el protectorado inglés en 1935 como demuestra el sello de la casa real inglesa en su certificado de nacimiento, firmado por el rey Jorge V.
  3. Jordana, porque el país vecino ha gobernado Jerusalem y la West Bank de 1948 a 1967. Sami conserva aun el derecho al pasaporte jordano que renueva cada 5 años con un simple viaje a Amman.
  4. Israelí, porque posee un documento de viaje israelí como residente en Jerusalem, que es administración israelí.
  5. Palestina, porque nació en Palestina como demuestra la tarjeta verde que posee para poder moverse libremente entre la West Bank palestina y Jordania.

La sexta, entre risas, nos dice que es la china, cuando algún estudioso dirá que Buda nació en Jerusalem y el ejército chino invadirá Palestina.

La vida de Sami no deja de sorprendernos, nos muestra una pared llena de fotos y de encuentros memorables como aquel con Lord Snowdon, fotógrafo y documentalista inglés, marido de la princesa Margarita, quien dedicó 2 páginas de su libro fotográfico a Sami, retratado en su tienda con una impecable pose de sastre con cinta métrica amarilla y dedal. O la foto que lo retrata en Atlantic City donde dice que voló en primera clase sin pagar un céntimo ¿Cómo? Pues sí, ganando el primer premio de la lotería organizada por la compañía aérea Continental con ocasión de la apertura de su oficina de Jerusalem. Nos cuenta divertido que también su mujer lo acompañó en aquel viaje, pero en clase turista, ya que el billete de la mujer lo había tenido que comprar.

Sami nos muestra las fotos de su primer traje, cosido con 17 años, de sus 5 hijos y 15 nietos y de él, rara para nosotros, en traje y corbata en la playa de Tel Aviv en los años ’50. Su talento de sastre le ha permitido incluso evitar el servicio militar porque con dos pares de pantalones “convenció” a su oficial de librarlo de servir en el ejército jordano. De su brevísima carrera militar conserva una estupenda foto en blanco y negro donde aparece sonriendo alegre bajo un bigote blanco.

Como todo mayor de ochenta años, Sami no oculta una profunda nostalgia por el pasado, cuando la gente se vestía con trajes a medida, ahora suplantados por mercancía menos costosa pero más estandarizada y de baja calidad, a menudo china. Además de su identidad de sastre también se siente orgulloso de su propia identidad religiosa de cristiano ortodoxo sirio, una iglesia que se expresa en arameo, la lengua de Jesús, de la que él es el mukhtar (jefe/representante o literalmente “el elegido”) en Jerusalem.

Tras una foto para inmortalizar este inesperado encuentro, muchas risas y algún caramelo, nos marchamos agradeciéndole la charla. Alegres y con la sensación de haber vivido una experiencia única, salimos de la tienda y volvemos a las desiertas y oscuras calles de la ciudad antigua. La tienda de Sami desaparece detrás de nosotros pero la luz de sus ojos, la jovialidad de su risa y la cordialidad de su mirada nos acompañarán siempre.

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