En Calcuta: Anibar y los peces en la azotea

En Calcuta: Anibar y los peces en la azotea

Anibar nos mira con ojos tranquilos y relajados pero avispados. Tiene unos cuarenta años y es el fundador de UrbaGrow, una pequeña empresa de agricultura urbana orgánica. Hemos venido a encontrarnos con él en su sede, un edificio normal en una zona urbana al sur de Calcuta, nuestra primera meta hindú. Anibar, de joven, emigró a Canadá con su mujer, tuvo hijos pero después de diez años entre nieve, hielo y vientos polares decidió que prefería el calor de los trópicos y volvió a La India, donde, tras una larga investigación, creó UrbaGrow.

Estamos en Calcuta desde hace 10 días, demasiados para nuestro gusto: son días más bien monótonos en espera de que le renueven el pasaporte a Stefano, que, a pesar del esfuerzo realizado por el amabilísimo funcionario del Consulado de Calcuta, no llega nunca por la lentitud burocrática de la red consular italiana. Pasamos los días descansando, viendo la TV y adentrándonos en las caóticas y atestadas calles de la capital de Bengala Occidental. Calcuta es famosa por su pobreza, degradante, extrema, inhumana, sinónimo por excelencia del sufrimiento dado a conocer por la obra de caridad de Madre Teresa. La monja macedonia murió pero su obra sigue como siguen también los problemas de la ciudad.

El sufrimiento de millones de hindúes que tratan de sobrevivir en esta verdadera jungla urbana, donde en un calor sofocante, las manos extendidas de los mendigos, el hedor que proviene de las montañas de inmundicias, los clacsons de las motocicletas, los mototaxis y los timbres de los rickshaw humanos (uno de los últimos lugares del mundo donde aun son comunes y muy utilizados) nos recuerdan como el tan cacareado crecimiento económico de La India no incluye la triste realidad de la mayoría de la población, como siempre excluida y marginada.

En estos primeros días en India descubrimos los sabrosos, ricos y variados platos hindúes que hacen más llevadera la tediosa espera del pasaporte. Justo en los alimentos se basa nuestro amigo Anibar Chanda para promover el trabajo de su empresa que propone una solución simple, sana y económica al problema de la disponibilidad de los productos alimenticios de calidad en las grandes ciudades. El análisis de la situación alimentaria mundial de Anibar es lúcido y claro. El coste de la comida sigue aumentando y la tierra para cultivar sigue disminuyendo por el crecimiento de la población, por la especulación edilicia  y por la contaminación de tierra y agua. Cada vez más  a menudo encontramos en nuestra mesa productos preparados con cereales y verduras cultivados utilizando grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes químicos y tóxicos. Las semillas usadas en la gran agricultura industrial son frecuentemente modificadas genéticamente y costosas porque son patentadas por las grandes compañías agro-alimentarias como: Cargill, Monsanto, Syngenta (en vías de fusión), Bayer (si, la de la aspirina), Dow Chemical (responsable de haber matado a más de 16.000 personas y causado daños permanentes a más de 600.000 desde 1984 hasta hoy por un incidente en una fábrica de pesticidas en Bhopal, India) y BASF (si, la de las colas).

La solución propuesta por UrbaGrow prevé 3 fases: visitar, aprender y crecer.

Visitar la fantástica azotea de UrbaGrow es una experiencia única. En medio de la contaminada y caótica Calcuta hay un corazón verde donde Anibar, con pasión y paciencia, cultiva anualmente quintales de verduras como lechuga, tomates, rúcula, pepinos o albahaca, según las necesidades y la estación. Al mismo tiempo, cría quintales de peces, todo en poquísimos metros cuadrados y sin usar un gramo de productos químicos. ¿Cómo? Muy simple. En unos tanques llenos de piedra planta los brotes de las verduras, rociadas de manera constante por agua procedente de otro tanque lleno de peces. El proceso químico desarrollado por peces y bacterias genera sustancias nutritivas que permiten a las verduras germinar y crecer vigorosas.

Obviamente, para que el proceso funcione, es necesaria una constante supervisión que se puede aprender en un par de días haciendo un breve curso que el propio Anibar imparte para quien está interesado en cultivar sanas y sabrosas verduras en su azotea o terraza. Al final, UrbaGrow vende todo lo necesario para poner en práctica en casa todo lo aprendido en el curso: semillas, plantas, sistemas hidropónicos y naturalmente las crías de pescado, alrededor de 2 kilos por metro cúbico de agua que en pocos meses se convertirán en 20 kilos, listos para ser cocinados con un contorno de verduras cultivadas en casa.

La agricultura hidropónica propuesta por UrbaGrow puede levantar alguna duda en cuanto dista bastante del ideal de agricultura biológica, desarrollada en campos incontaminados. En realidad, considerado el presente modelo agro-industrial que en su mayoría abastece nuestros supermercados, la alternativa propuesta por el simpático Anibar nos parece un óptimo modelo para cultivar verduras sanas y peces en abundancia, todo de manera biológica, a bajo coste y a kilómetro cero.

 

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